Vestigios del recorrido

Por: Luis Felipe Vélez F.

* Texto curatorial de la exposición Vestigios del recorrido, realizada en la Universidad Javeriana de Cali.

Al margen de los caminos se leen los indicios de lo transitado, los pasos que por allí han sido dados, las cargas llevadas, el registro de las jornadas. Los vestigios son esas huellas que quedan en los trayectos, los momentos vividos, el recorrido para llegar a un lugar, una meta. Esta exposición habla del camino de tres egresadas del Programa de Artes Visuales de la Facultad de Creación y Hábitat que indagan por sus vidas, sus motivos e intenciones materializadas en las obras. Aunque la mirada del mundo es diferente en cada una, las reflexiones sobre la época son compartidas, dialogan desde la intimidad de los conceptos, para enfrentarse a los arquetipos de nuestro tiempo desde la ironía de estos, los preceptos familiares y el cuestionamiento hacia los métodos.

María de Mar Gómez presenta dos instalaciones, “Con amor, Elena” y “Sinvoz” como parte de su trabajo de grado Remolinos. En éstas vemos la crítica a la pretensión de perfección sobre la imagen que se tiene tanto del cuerpo, como del comportamiento de la mujer según un deber ser moral de tradiciones impuestas. Elena se crea como una persona que la artista no quiere ser y no quiere convertirse. Un mundo correcto de historias, obsesiones, muebles anticuados y ropa heredada que busca ser bien educada, vestida y maquillada.

Al igual que Sinvoz, en donde a través de un camino de 6 máscaras rosadas, como la Barbie y los intestinos, se puede sentir la asfixia por la imposición fálica que surge de un lado y otro. Para Gómez “El enfrentamiento de Elena, Sinvoz y 3 (la otra pieza que conforma Remolinos) llama a: Sacar, Romper, Reconocer esas posturas que vive la experiencia femenina a través de mi propia experiencia” Es un trabajo honesto que enfrenta las creencias y propone una desestructuración a las formas en que estereotípicamente hemos sido educados.

Estas maneras, vienen como una carga en diferentes niveles, también en la forma como abordamos y entendemos los procesos investigativos, medidos por un exceso de racionalidad occidentalizada que invalida discursos y coloniza la palabra. Haciendo frente a ello, Ana Isabel Guerrero nos lleva desde la metáfora, por un recorrido que comienza en el año 2039 cuando ella, en el futuro, encuentra un libro que resulta ser la bitácora de su ancestra, Ann Guerra, arqueóloga payanesa cuya vida dedicó a la investigación de la cultura Aguamalteca. Reconectándose con la magia e intuición fundamental de los pueblos originarios, Guerra logra profundizar en el conocimiento de esta cultura, tras encontrar diferentes piezas escultóricas que le permiten categorizarla en tres periodos: Hadal (2018 – 22), Dual (2022 – 26), Unal (2026 – 30).

Es por esto, que la exposición está enmarcada en el año 2044, época en la que Guerrero nos presenta su obra Arqueología viva de la cultura Aguamalteca, de la que veremos dos momentos, el periodo Hadal y el Dual. Por un lado, el primero se vio influenciado por la idea y noción de la matriz como el origen, la madre en la reconciliación y recuperación de una feminidad propia. Por el otro, se honra las facultades de la creación a través del reconocimiento de aquello que nos complementa. Este interés por reformular los métodos se da para Guerrero, al momento de ver que los problemas para intentar imaginar mundos posibles, “también provenía de una limitante sociocultural sumisa, pasiva, conformista, en donde el mismo sistema nos ha enseñado a desconocer e invalidar nuestra condición como seres creadores y creativos.”

Es esa condicionante del sistema económico que equipara todo en términos de producción y resultados, lo que en el trabajo Concreciones inconclusas de Margarita Cruz, se analiza en las piezas “Pinturas decorativas contemporáneas” (This is the new, se vería lindo en mi sala) y “Buena idea, mala factura”. En la primera, las imágenes son creadas con inteligencia artificial y luego son pintadas de manera inconclusa por una decisión frente a la noción misma de la re-producción, buscando evidenciar fallas en el mismo sistema y la precarización por los beneficios monetarios. La segunda pieza, es una instalación que esconde una animación en realidad aumentada, a partir de 51 grabados en aguafuerte.

Tras la repetición de las palabras, sumando una tras otra hasta que todo pierda sentido, la obra cuestiona las metodologías institucionales que deshumanizan la vida, sistematizando los comportamientos, acciones y pensamientos por datos, información y variables para unas redes que pierden la forma entre más se avanza en ella. Repetir una y otra vez hasta creer que se sabe algo. Para Cruz, “¿qué gracia tiene develar lo que está intrínseco? arte y artistas para develar lo que los cuerpos que asumen verdades ajenas no notan, arte y artistas para ocultar los contenidos valiosos en las formas más insospechadas.” Así, se cuestiona el poder que dogmatiza, aquel del deber ser desplegado tácitamente en acciones y personas.

Esta muestra es solo una parte del recorrido, uno que empieza y cuyos vestigios se están haciendo en cada paso dado, cada obra va dejando en la memoria los registros de lo pensado, recordando constantemente las huellas que quedan, planificando aquellas que vendrán.

Cali 2023

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