Interculturalidad e ilustración: Los diálogos silenciosos en la imagen de Camilo Ramírez

Por: Luis Felipe Vélez

Una imagen contrapuesta a otra, sin decir mucho, revelándolo todo. De un lado aquí, del otro lado allá y viceversa. Cada una define los rasgos de la identidad a partir de las abstracciones que de ella se logran, es una labor que requiere además de la observación, la comprensión de las situaciones que las construyen, las hacen posibles. En ese sentido, somos a partir de los hábitos y la manera en que nos desenvolvemos en los espacios, con los demás, con nosotros mismos y tenemos la capacidad de conservar una tradición o dejarla en la memoria.

A través de la ilustración, el diseñador gráfico Camilo Ramírez, acerca los imaginarios de un mundo distante como Japón, comparando las costumbres colombianas, modos y formas en que las idiosincrasias de cada una de ellas, se cruzan en situaciones concretas: un almuerzo, la pausa de los obreros, un momento fuera del taxi, las dinámicas de un evento deportivo o la solemnidad de la muerte. Todo ello asimilado desde la narrativa cultural que constantemente se encuentra recreándose, re-imaginándose a la luz de discursos que evalúan lo intercultural como un factor que permite asimilar al otro pero sin dejar de llevar consigo lo propio. De esa forma Ramírez realiza un trabajo que tiene que ver técnicamente con la manera en que la ilustración es empleada conceptualmente para hacer una investigación cultural comparativa.

Esta investigación etnográfica por medio de la gráfica, toma en cada caso los aspectos en los cuales se encuentran arraigados los oficios y prácticas, por ejemplo, la manera cómo se llevan los duelos y los contextos donde estos se desenvuelven, estableciendo diferentes niveles de interpretación que van a variar de acuerdo a la relación que se tenga con los símbolos presentes en las ilustraciones, ya bien sea por la presencia del perro o el gato, el altar de la iglesia con el divino niño o el Torii, aquella puerta ceremonial que da la entrada a los santuarios Sintoistas, al igual que las flores en nuestro caso o los Komainu, las estatuas de los Leones de Fu que están situadas tradicionalmente a los lados como alegorías de la protección.

Los valores transformados, trans-culturados, son representados como parte de una imagen que va más allá de la caricaturización, en el detalle de la silla que se va extendiendo por todo el verde mobiliario, al contrario de la familia que sentada en el suelo, reparte los alimentos junto con los guardianes del hogar, aquellos que allá como aquí, son designados para acarrear con la suerte. El trabajo de Camilo cuida el detalle, en las esculturas de los niños afuera del baño publico junto a los Toyota Crown Confort, está la mancha del paso del tiempo, la marca, el desgaste del agua y el viento, en la ilustración se puede sentir, se puede estar allí al igual que junto al Taxi Hyundai, llamado también zapatico, en un momento de pausa en la jornada, cada quien cuida lo que tiene como sabe hacerlo, como le han enseñado y aprendió.

Estos rasgos señalados forman parte del día a día, de lo que se menciona entre generaciones, pasando del diálogo en el hogar a la calle, a la red, al meme, al discurso que procura describir lo que se piensa. Por medio de la ilustración es posible acercar ambos países, interpretando el medio y la forma de la cultura desde la contemporaneidad del lugar, en su intimidad reflejada en los hábitos que pueden ser vistos desde el afuera, desde el ojo que observa cómo se comporta una tradición, un mundo que a su vez se comparte y se vincula en las experiencias comunes y las vivencias que hacen posible silenciosamente su comprensión.

Cali 2020.

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