Gris sobre gris, el goce visual del alcalde encargado

Trabajando
Y allí están ellos, borrando lo que otros han hecho

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El año pasado en Bogotá mediante el decreto 75 de febrero 22  en el cual «se promueve la práctica artística y responsable del grafiti en la ciudad» el mandatario legal de la ciudad, actualmente depuesto por un golpe, intentó abrir un espacio amparado por la ley para la práctica del grafiti cuya incomprensión ya había costado por nombrar solo un caso, la vida de Diego Felipe Becerra. En el decreto, se establecieron los espacios en los cuales se podía hacer grafiti y apoyados en éste, se abrió una convocatoria para intervenir la calle 26. La avenida se vistió de colores y muchas personas (hasta un payaso del pop) encontraron un espacio para decir y disentir. La ciudad había empezado a encontrar lugares para canalizar sus calladas voces por medio de la pintura, de la creatividad, de otro tipo de escritura. Pero esto no gustó a muchas personas, sobre todo a los que se quedaron en la apariencia, en los ideales de belleza ligados a lo pulcro y lo perfecto, a lo simétrico y parejo, idea ésta que a pesar de los cambios en la representación, aún perdura.

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Calle 26 después de la carrera 13 lado derecho

Al alcalde encargado le pareció bien mandar a tapar todos los grafitis que no se hicieron en el marco de la convocatoria de la calle 26 (pero sí en el marco del decreto) mutilando así las acciones de colectivos e individuos, cercenando su voz, ignorando su trabajo, ocultando su esfuerzo. Seguramente no le gustaban, eran «feos» ante su gusto estético o no se encontraban acordes con su pensamiento. Hipótesis hay muchas y justificaciones más, lo que se resalta aquí es el carácter arbitrario de estas acciones que silencian de un brochazo procesos de integración social y nuevas definiciones de ciudadanía a partir de la práctica artística. Con la anterior hipótesis, es difícil demostrar que el grafiti, ha de promover «los principios, fines y derechos fundamentales consagrados en la Constitución Política, así como respeta el principio de corresponsabilidad, que implica el cumplimiento de deberes de manera paralela al ejercicio de los derechos y libertades» como lo pretende el decreto.

Pero, aunque el curso natural del grafiti salvo contadas excepciones es el desgaste hasta su desaparición, ya sea por el clima, el tiempo, un individuo o el gobierno en este caso, ¿Qué logra el alcalde encargado con esto? ¿Restaura el orden estético de los puentes con esa interesante mezcla del gris sobre gris o del café sobre gris? ¿Hace más placentero el tráfico por esa avenida? ¿Ofrece con estas intervenciones el alcalde encargado goce visual? Y es que los políticos parecen ser todos unos artistas y ésta luce como una artistada de aquellas, una gran intervención por las paredes blancas y las calles grises,  como el artista Carlos Camacho en sus acciones «el gris también es un color» pero a mayor escala.

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Carlos Camacho, «El gris también es un color»

Desapareciendo los individuos solo queda la uniformidad de los paisajes urbanos, esta es la trama para establecer un simulacro del poder humano que enmascara en un color las acciones de agresión, es un discurso doble, como todos los del gobierno, ahora que hablan de paz. Pero ya fue, no hay que llorar por la pintura derramada, el transcurso del grafiti tiene sobre si ese riesgo, hoy se hace mañana no está, y a eso se somete cada artista urbano cuando toma un pedazo de la calle por fuera de una convocatoria legal, a que de un tajo se borre el trabajo hecho sin mayor pretexto. Mas todo está bien, que la noche caerá otra vez y las paredes por siempre no pueden vigilar, que la esperanza plagada de color está y aunque cien veces lo tapen, cien veces se pintará.

Luis Felipe Vélez

Bogotá Marzo 2014

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Calle 26 después de la carrera 13 lado izquierdo

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Calle 26 antes de la carrera 13

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Calle 26 con carrera 24

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Calle 26 con carrera 27
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5 comentarios

  1. Por un lado, me parece pertinente el texto, le da al clavo en cuanto al lanzamiento de preguntas, cómo «¿Restaura el orden estético de los puentes con esa interesante mezcla del gris sobre gris o del café sobre gris? …». Preguntas que no serán respondidas por nadie, solo serán anunciadas para motivar al lector interesado, tanto de este texto, como de los graffitis, a interpretar los sucesos políticos y artísticos que allí ocurrieron.
    A mi parecer este acto, a «brutal» escala, solo obedece a una política torpe de comunicación del gobierno local, con un grupo significativo de ciudadanos, los cuales se comunica y expresan mediante la pintura. Si mala comunicación o nula intención de interacción, con las fuerzas constructoras de ciudad.
    Y por el otro, agradezco al licenciado mencionarme en el texto, me halaga, pero «El gris también es un color» no remite a tapar grafitis, más bien, hace un llamado a considerar el gris como un color; también a subvertir el acto burocrático de tapar graffitis, con el acto de volver a pintar con el mismo color del que los tapan, pues esta acción nunca ha tapado un grafiti existente, aunque esto no dice que jamás lo haga. No sé, tal vez aparezca algo de él pintado por la 26, aprovechando la coyuntura.

    • Gracias por escribir licenciado, por supuesto se trata de cuestionar cuales son las intenciones con los actos, aunque una respuesta no tengamos o solo se planteen hipótesis, concuerdo con que es una mala comunicación, como muchas de las decisiones políticas que no socializan sus acciones, mal endémico. Gracias por puntualizar la intervención del gris también es un color «volver a pintar con el mismo color del que los tapan, pues esta acción nunca ha tapado un grafiti existente, aunque esto no dice que jamás lo haga.» suena tentador, aquello de «jamás lo haga» aunque sería tremendamente impopular se trata de sembrar ideas muchas veces antes que ganar amistades.

  2. […] “¿Qué logra el alcalde encargado con esto? ¿Restaura el orden estético de los puentes con esa interesante mezcla del gris sobre gris o del café sobre gris? ¿Hace más placentero el tráfico por esa avenida? ¿Ofrece con estas intervenciones el alcalde encargado goce visual? Y es que los políticos parecen ser todos unos artistas y ésta luce como una artistada de aquellas, una gran intervención por las paredes blancas y las calles grises, como el artista Carlos Camacho en sus acciones ”el gris también es un color” pero a mayor escala. Desapareciendo los individuos solo queda la uniformidad de los paisajes urbanos, esta es la trama para establecer un simulacro del poder humano que enmascara en un color las acciones de agresión, es un discurso doble, como todos los del gobierno, ahora que hablan de paz. Pero ya fue, no hay que llorar por la pintura derramada, el transcurso del grafiti tiene sobre si ese riesgo, hoy se hace mañana no está, y a eso se somete cada artista urbano cuando toma un pedazo de la calle por fuera de una convocatoria legal, a que de un tajo se borre el trabajo hecho sin mayor pretexto. Mas todo está bien, que la noche caerá otra vez y las paredes por siempre no pueden vigilar, que la esperanza plagada de color está y aunque cien veces lo tapen, cien veces se pintará” [estonoescritica] […]

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