A través de diferentes medios de comunicación algunos nos enteramos que el Museo de La Tertulia preparaba en sus instalaciones, la primera de una serie de exposiciones destinadas a exhibir y difundir las obras de la Colección Permanente del Museo. No dejó de ser una sorpresa para otros, el que la institución que por tantos años ha organizado exposiciones temporales tuviese una colección propia, generando preguntas como ¿por qué no se exhibieron antes? Parte de la colección está siendo expuesta bajo el nombre El arte en su lugar- El arte como experiencia un museo con historia, muestra que da inicio a lo que ha sido llamado el resurgimiento del Museo de La Tertulia. Ese día, recorrieron el Museo personas públicas como la Ministra de Cultura, el Alcalde de la ciudad de Cali, la Directora del museo y los homenajeados de la noche: la ex directora Gloria Delgado y el curador Miguel González, a quienes se impuso la medalla Vida y Obra Museo La Tertulia.
La prensa afanosa por la noticia y las personalidades registró los hechos parcialmente, pues el mismo día de la inauguración se realizó una apropiación del espacio público liderado por el colectivo Los Cuerpos que Hablan. La actividad tuvo lugar en las afueras del museo; con danza y música dando expresión a otras formas de apropiación de los espacios culturales. A través del cuerpo, el colectivo propone una mirada que valore tanto la cultura dentro de las salas de exposición como fuera de ellas. La Tertulia, durante el correr del tiempo, ha sido un punto importante en las actividades de los habitantes de la urbe, es parte del conjunto de referentes culturales en la ciudad. Desde la segunda mitad del siglo XX la frecuente actividad del Museo en cuanto a la adquisición y conservación de obras en diferentes formatos le dan historia; sin embargo ¿Qué historia? Las piezas encuentran una invitación a decir algo cuando es el museo quien las convoca, cuando dispone temáticas y problemas que generan diálogos entre el público y esa memoria del arte que conserva.
Es la interacción interior/exterior del museo en donde se encuentra el punto de la apropiación por parte del público, que por demás, es quien genera la cultura de la que hablamos, como un conjunto de prácticas y discursos que nos significan. La apertura de la colección, abre nuevos interrogantes. Organizar el concepto corre por cuenta de los textos de apoyo que acompaña la exposición, estos fungen como guía metodológica que marcando el recorrido, determinan temáticas comunes: cuerpos, paisajes, objetos. Si los ejes son tan amplios, ¿por qué la asignación de un recorrido sugerido?
En el segundo piso la guía indica que la entrada es por la derecha ¿por qué conducir? ¿Qué se quiere indicar? El punto didáctico, importante alternativa frente a la percepción sensible del fenómeno artístico, aparece poco reseñado, poco cercano, en lo que duró la exposición no se acercaron los puntos a los niños, la altura de las obras didácticas son superiores al rango de su edad, tampoco se hicieron explicitas las instrucciones para las personas con discapacidad visual además de no contar con una referencia de las obras a las cuales hace mención ni indicar en dónde están. En el Museo, en este y en la mayoría donde no imperan las obras de arte relacional, desde el ingreso se pide a las personas, mediante un censor, o un guarda que no toque. ¿Por qué sí en éste espacio hay que tocar, no se invita a ello? Sumado a esto, en el folleto aparecen reseñados tres puntos didácticos y funciona actualmente uno.
El museo, el espacio.
El museo es una institución, por mucho que sus curadores no pretendan seguir los lineamientos de tal tradición, tiene una influencia superior a la voluntad de los sujetos o los colectivos, el museo ha sido construido hace muchos años, como una catedral consagrada a midas, donde todo lo que ingresa brilla como el oro. Así a unos les parezca cobre, el aura del museo sostiene el valor de las obras, no importa como sean o de quien sean, les asigna un peso y una coherencia artísticas.
¿Quién decide qué es una obra y qué no lo es? El criterio del curador, el concepto de la critica, el riesgo del que lo ejecuta. Tal pregunta no se contesta en media página, pero sale a relucir siempre que se presentan exposiciones donde la divulgación de las obras como información es igual a la de una biblioteca, se retransmite y divulga sólo bajo unos conceptos. Hay obras dispuestas a manera de instalación, mas sólo se observan con distancia ceremonial, la barrera es un letrero “No pase”, observe el espacio y haga de cuenta como es, tuerza los ojos y disponga a la imaginación lo que a la comprensión no se le permite. Se restringe el acceso, no hay verdadera apertura de la obra, aquí, la pregunta del observador que quiere relacionarse y se aproxima a ella así se le indique no pase cobra vigencia “¿ésta es una obra abierta o cerrada?” El acceso al arte es más que la organización de unas obras según un criterio de archivista, tampoco se trata de elaborar un guión que permita ver su montaje.
Fue pensado el espacio, mas no alcanzó a ser distribuido, por eso se encuentran distancias poco regulares entre obras. En el primer piso hay suficiente espacio entre estas, se hace presente la sensación de la sala de exposición, las obras en hileras, ordenadas, sólo papel. En el segundo piso aparecen nuevos elementos, esculturas, piezas de alambre o cerámica distribuidos todos con amplitud, una banca para sentarse, bien pueda. En el tercer piso, acumulación. Cuadros organizados bajo una temática determinada como el cuerpo, agrupados de a cuatro que junto a los demás, comienzas a aglutinarse. Hay cuatro esculturas por ejemplo de Negret, que están en un rincon, apretujadas donde hay otras seis esculturas de otros artistas.
Y no se está desacreditando la investigación del grupo curatorial, llevan un año trabajando con tesón, para comprender y administrar el espacio que ahora acoge la muestra permanente, son ellos un importante grupo capitalino que ha realizado esta labor varias veces en su entorno por cuyos resultados les fue encargada esta tarea que recién comienza. Lo preocupante sería, como se escucha, que el guión de las futuras exposiciones ya está listo y que no es sino cuestión de montarlos, como quien dice, cualquier reacción del público no será considerada, esto ya está escrito, solo siéntese y siga la línea punteada. Tal vez esta sea la razón porque aún después de haberlo sugerido y pedido, los puntos didácticos nunca fueron tocados en los 6 meses que lleva la exposición.
La muestra está presente, después de varios años, se expone y este ejercicio está sujeto a las inquietudes de sus visitantes que esperan encontrar en las siguientes partes de la colección, menos acumulación y más coherencia argumentativa. Las obras están ahí, para todos, es cuestión de acercarse a ellas, observarlas, interrogarlas y buscar en ellas los lenguajes que el arte ofrece, comprendiendo así la realidad de otra manera, tantas como obras hay.
Laura Victoria Cuellar Reina
Luis Felipe Vélez
Cali, Julio 2012