Por: Olga Brutau
Nacida en La Habana, Alma Brutau es una artista plástica que crea contenido experimental, interesada más en el concepto que en la perfección de la técnica. La repetición y la incomodidad son elementos que resaltan al observar sus piezas de arte.
Uno de los campos en los que experimenta es el audiovisual, con el vídeo y la animación, en donde trata asuntos universales como el abuso del poder y la discriminación.

Al ser la metáfora su lenguaje, Alma precisa materializar los conceptos que surgen de su imaginación a través de las expresiones que transmite su cuerpo. En la serie Play, realiza acciones plásticas frente a la cámara, y reflexiona con sus figuras corpóreas acerca del movimiento, el seguimiento de órdenes y la contradicción del mundo que habitamos.

Las obras de la artista no son únicamente sobre asuntos incómodos de hablar, sino que visualmente también los presenta de esa manera; desde el inicio de su carrera ha roto las convenciones colectivas para reivindicar lo que la sociedad intenta mostrar bajo el lente de lo desagradable, adentrando al observador en su intimidad, cuestionándose los tabúes y priorizando aspectos políticos en los que se ve involucrada como ser humano.

Alma Brutau hace arte revolucionario porque cada proyecto que realiza es un manifiesto en contra del sistema. Un elemento crucial es la reivindicación de la fealdad: Brutau demuestra lo poco que le interesa lucir agradable, y en cambio, rescata la fidelidad hacia su percepción de la esencia del mundo –con ella incluida- aunque esto signifique chocar con las costumbres que permanecen en cada uno de los espectadores de su trabajo.
La verdad podría ser hermosa, si lo que hubiese por contar fuese diferente a lo que hay: desplazamiento, violaciones por parte de la autoridad, intromisión de la publicidad, asesinatos estatales, censura, y demás temas de los que Alma se encarga de sacar a la luz.
Cuestionarse a sí y al mundo es brutal en cuanto intenso, dado que requiere de toda la disposición para deconstruirse, además, es una costumbre que puede tornarse incomoda, porque el resultado no siempre es lo que los demás quieren o están dispuestos a entender.
La obra DIARIO, es la consecuencia de su autorretrato como ejercicio para plasmar la imagen que la representa, en donde cada trazo que forma la proyección de sí misma -que cada día es distinta- deja entrever las experiencias de su vida. La deformidad que enmarca la obra, prefigura no sólo el concepto de perspectiva sino también de constante devenir en el que todo se encuentra.

La acción consta de un dibujo de ella y por ella, realizado diariamente sobre papel Durex, mirándose en el mismo espejo cada uno de los días, sin borrar ni editar nada, y firmando con la fecha en números romanos en el extremo de la hoja.
La pieza artística empezó el 28 de agosto del 2017, y no tiene fecha de culminación, puesto que el intento por resolver la pregunta de quién es sí misma, no parará sino hasta el último de sus días.
Cali, 2020
Excelente puntos de reflexión.
Gracias por el comentario 🙂